En este país y a estas horas todo el mundo está o pelando y cocinando espárragos o comiéndolos.
Aquí va por estaciones y entramos de lleno en la de los espárragos. Mi «Elemento Alemán», que es muy de su tierra, se presentó el otro día con el primer manojo. En mi se dispararon todas las alarmas, pela, cuece, deja en su punto, presenta etc… trabajazo!!!! Claro que en tiempos de COVID nos sobran horas.
Restaurantes y privados intentan sacar sus mejores recetas. No hay invitación donde no te ofrezcan una buena ración de esta especialidad. Se venden en los supermercados, en puestos ambulantes, colocados a la entrada de ciudades o pueblos, incluso en la misma plantación. Te envuelven el manojo y aprovechan para darte algún consejo o receta que mejore la materia prima – añádele azúcar al agua de cocerlos o cuécelos con las raspas una vez pelados, o ponles el zumo de una naranja al cocerlos- uno y mil trucos que se saben y se comparten y que hacen de los espárragos toda una tradición.
A mí, como más me gustan son con crepes, patatas cocidas y salsa holandesa, acompañados de un buen vaso de vino blanco (Riesling).
La estación acaba por San Juan y, aunque no es muy larga,es muy intensa. Pero, no hay desconsuelo, comienza la estación de las fresas y esa sí que es toda una revolución en mi casa.
Todos los días se ha de comprar una cajita ¡cuidado! que sea alemana. Sin vienen de Lepe me pueden cortar el pescuezo. – ¡De Lepe aquí, – ¿cómo crees que pueden llegar hasta casa? Insaboras, inoloras e incoloras- dice mi Elemento.
Las leperianas ya las tenemos en Alemania durante todo el año, pero en mi casa están vetadas, yo las miro de reojo y digo -insaboras, inoloras, e incoloras mías os quedáis ahí-
Mi marido, durante la estación, sale antes del trabajo para pasarse por la plantación antes de que cierren. Compra una cajita y llega tan contento a casa. Las fresas juegan a mi favor.
Yo, un día, hace ya a tiempo, me volví loca y fui a recogerlas personalmente, esto es, a cosecharlas. Me ahorré 1 euro y la experiencia me proporcionó un buen lumbago. Este deporte de cosechar personalmente las fresas es muy de aquí, ya que tiene sólo ventajas: se mueve el esqueleto, se ahorra uno unos cuantos euros y sobre todo, se está al aire libre. También puede caer la posibilidad de socializar, que aquí no es cosa fácil. Como digo sólo ventajas.
2 Comments
Keila Ganán Rugel
23. junio 2020 at 5:34Disfruto tanto tu relato Clara, siento que te escucho a través de cada palabra que leo! Sigue adelante con tu página! Siempre éxitos! ?
Clara Eugenia P. Santa Cecilia
25. junio 2020 at 8:59Gracias.Besos.